Al fin el tráfico sirve para algo
Power Road pretende que el tránsito en la carretera sirva para calentar tu apartamento. Te contamos cómo.
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Agosto. Tres de la tarde. El sol aprieta y ahoga, y vemos como el propio calor se refleja en el pavimento y sube hacia el cielo en forma gaseosa recalentando todo el ambiente más si cabe. En esta asfixiante estampa seguro que te has visto alguna vez, pero a lo mejor no pensabas que todo ese calor puede ser almacenado, reubicado y utilizado para otros menesteres. Esa es la intención de la empresa francesa Eurovia, que está trabajando en perfeccionar un método llamado Power Road que puede resultar un cambio sustancial para la sociedad.
Power Road convierte la energía calórica provocada por el sol y el tránsito de vehículos en el asfalto en un activo utilizable en otros ámbitos. Así, cualquier calle o carretera son susceptibles de convertirse en un colector de energía. Además de otorgar calorcito en viviendas, tiendas y cualquier construcción que se nos antoje, además sería un excelente aliado en invierno a la hora de derretir la nieve y ayudaría tremendamente al mantenimiento del pavimento, así como a evitar las islas de calor, esas situaciones urbanas donde se provocan grandes acumulaciones de calor debido al hormigón y el asfalto.
¿Pero dónde está el truco?
Para conseguirlo, el truco está en instalar un intercambiador de calor debajo de la calzada, sin excesiva profundidad y perceptible desde la superficie. Unas tuberías que permiten la transmisión de este calor. El invento lleva por subtítulo “el camino de la energía positiva”, y no anda demasiado desencaminado. El siguiente paso tiene que ver con la conexión de estas tuberías, y se manejan dos opciones: bombas de calor solar y fuentes de calor de baja emisión de carbono.
Su funcionalidad tras algunas pruebas parece lo suficientemente alta. Según estimaciones de los creadores, con 25 metros cuadrados de pavimento podría cubrirse las necesidades anuales de calefacción presentes en una vivienda de 70 metros cuadrados. Ya ha dejado de ser un curioso invento a realizar y se ha convertido en una realidad este mismo año, instalando el sistema en un parking de un colegio de la ciudad francesa de Pontarlier, donde se pretende que su principal cometido sea luchar contra el hielo y la nieve.
Su instauración en otros lugares/países/continentes depende en grado sumo de que Eurovia, su empresa creadora, sea capaz de llegar a acuerdos con los diferentes organismos. Si llegamos a buen puerto, puede suponer un excelente espaldarazo en la lucha contra las consecuencias del cambio climático. Ojalá los países se den cuenta de las innumerables virtudes que atesora y comiencen cuanto antes con su instalación.