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El fraude telefónico

Se ha convertido en una plaga ante la que conviene estar muy atento y sobre la que queremos aportar soluciones prácticas.

El cramming
Las apps fraudulentas
El perfil de los defraudadores
La llamada perdida
Soluciones a los diferentes modos de fraude telefónico

Seguro que te ha pasado alguna vez. Suena tu teléfono desde un número que no conoces. Lo coges y no parece contestar nadie. Puede, incluso, que la llamada se repita con frecuencia en los siguientes días, puede que se realice esa llamada de forma recurrente siempre a la misma hora del día. Este, no siempre, suele ser el primer paso de cara a sufrir un fraude telefónico.

Te avisamos para que no se te escape ninguna tarifa

El funcionamiento es el que sigue: al otro lado de la línea nos topamos con un sistema automático e informático que realiza llamadas a diferentes números con el cometido de crear un listado de personas a las que timar. Mediante un software muy sensible al sonido (les basta con escuchar un susurro o una mera tos) identifican si hay alguien al otro lado (en este caso tú).

Si no has podido coger la llamada y se te ocurre devolver la llamada, también aprovecharán ese momento para ir recabando información sobre tu persona. Y si intentas llamar desde otro número distinto a ese mismo teléfono (por ejemplo desde el fijo), aparecerá un mensaje diciéndote que “ese teléfono está desactivado”), con lo que puedes pensar que se trata de un teléfono normal que se encuentra fuera de cobertura.

Bien, una vez tienen la certeza de tu existencia, al poco tiempo realizan una llamada mediante un contestador donde te alertan que existe un importante fallo de seguridad relativo a tu tarjeta de crédito, solicitándote que si eres el titular pulses determinado botón, o bien llames a un número de teléfono determinado. Todo encaminado a obtener tu información personal. Número de tarjeta de crédito, el PIN de la misma y su fecha de caducidad, el número de la seguridad social o la fecha de nacimiento. Una información que solicitan y cuela debido a que varios bancos realizan un sistema de comprobación telefónica similar, de tal modo que esta práctica ilegal no alerta como debería a muchos ciudadanos.

Una vez cuentan con los suficientes datos del usuario, el robo suele ser pan comido. Tan sencillo como llamar a la entidad bancaria de la víctima. Ellos realizarán una comprobación sobre los datos que previamente han cosechado los timadores, después preguntan por el saldo existente en la cuenta y llevan a cabo una actualización de la dirección. Ya está. Te han timado.

Nada más lejos de nuestra intención que sembrar el desconcierto, o hacer que cunda el desánimo ante este tipo de prácticas abusivas que te pueden dar un buen susto, pero la realidad nos alerta de que ni de lejos es el único modo de llevar a cabo un fraude telefónico.

El cramming

El cramming es la adición de cargos a una cuenta de teléfono particular realizada por terceros sobre artículos o servicios que no han sido autorizados o recibidos. Si tienes contratada una línea de teléfono y recibes cargos por servicios que no has contratado en ningún momento, estás siendo engañado. La estafa se hace efectiva cuando vemos que en la factura hay sobrecargo por servicio de buzón de voz, números que en teoría eran gratis y después de llamar vemos que nos han cobrado una tarificación especial, llamadas en espera o llamadas a concursos que nunca se han realizado.

Para evitar estos cargos conviene tomar una serie de precauciones. Es esencial, en primer lugar, consultar la factura desglosada todos los meses. Si en ella advertimos que hay compañías que no se conocen, solicitar al operador una explicación. También hay que tener presente que al contratar el servicio telefónico debemos leer muy bien la letra pequeña. Al enterarnos de que podemos estar siendo objeto de una estafa mediante el cramming, se debe inmediatamente notificar a la compañía, pedir la baja de esos servicios a los que no has dado previamente el visto bueno y solicitar que la operadora nos dé por escrito un documento que especifique esta baja.

El siguiente paso tiene que ver con ponerlo en conocimiento de las autoridades pertinentes, contactando con el defensor del consumidor o entidades similares para denunciar este abuso.

Conviene igualmente estar alerta ante los teleoperadores que ofrecen servicios. Conviene intentar verificar su nombre y apellido, así como asegurarnos de que trabaja en la compañía en la que dice trabajar. Un toque de escepticismo extra nunca viene mal. Si nos percatamos de que la información que nos proporciona es sesgada o no nos enteramos de nada, lo mejor suele ser colgar, ya que es obligatorio para ellos ofrecer todo tipo de información a la hora de contratar un servicio.

Como aspecto final a tener en cuenta, contemple la posibilidad de que las cuentas de teléfono que generan mucho gasto o son especialmente extensas fomentan un mayor número de casos de fraude, ya que es más sencillo de colar esta tarificación en facturas muy largas, pasando desapercibidas entre el bosque de llamadas y mensajes.

Las apps fraudulentas

Las apps fraudulentas son un nuevo juguete demasiado suculento para las organizaciones delictivas. Se valen del desarrollo y crecimiento exponencial e imparable de estas aplicaciones para estafar a particulares, y está desempeñándose con éxito en nuestro país. El método, alejado de cuestiones técnicas difíciles de mascar, es el siguiente. Una aplicación falsa se camufla y se vale de los gustos de la gente para ser descargada en el dispositivo del usuario.

Es útil encontrar aplicaciones sobre programas de televisión (Gran Hermano) o asociados al fútbol, por poner un par de descriptivos ejemplos, pero también es usual con aplicaciones sobre cocina, la linterna que más ilumina, juegos y un (desgraciadamente) larguísimo etcétera. Estas aplicaciones suscriben a las víctimas a un servicio SMS de pago, a un precio de 1,45€ por mensaje recibido, o directamente se suscribe a la gente a servicios de tarificación especial sin que lleguen a enterarse. Especialmente sangrante fue el caso de la app de Gran Hermano 17, que según estimaciones de la Guardia Civil, se descargó hasta en 10.000 ocasiones, pero otras sobre la misma temática y también fraudulentas quintuplicaron ese número de descargas.

A todo esto, ¿conoces nuestro personal shopper de las telecomunicaciones? Nos enteramos de lo que necesitas y te servimos las mejores opciones en bandeja, sin letra pequeña, con el precio exacto que vas a pagar mes a mes. Mira un par de ejemplos de nuestras recomendaciones:

La pregunta que surge es cómo este tipo de apps pueden colarse en Google Play (que ya sabemos que es un lugar bastante más apropiado para el pecado que Apple Store) sin levantar ningún tipo de sospecha, y luego mantenerse durante bastante tiempo (en ocasiones una semana, en otras varios meses) hasta que se descubre el pastel. Es más, para darle visibilidad y veracidad, con frecuencia se utilizan comentarios falsos alabando el producto, inflar el número de descargas, etc, para generar una sensación de comodidad para los usuarios, que tendrán menos miedo descargándose un producto tan alabado y descargado.

Google Play tiene unos requisitos muy marcados para que puedas introducir tus productos en su “mercado”. Pero en este caso, la forma de actuar suele ser similar para todos los culpables de fraude: introducen en la plataforma una aplicación “limpia”, que cumple todos los estándares requeridos por Google, para no levantar sospechas. Luego, cuando llevan un tiempo en el mercado, se introduce una actualización, que ya es la que incluye los elementos perniciosos para llevar a cabo este tipo de fraudes. Como las actualizaciones superan ampliamente en número a las aplicaciones, resulta tremendamente complicado para Google tener el olfato suficiente como para desactivar la trampa. Además, debido a la legislación vigente, resulta muy complicado discernir entre si se trata de un negocio legítimo o una actividad netamente fraudulenta, lo que contribuye a dificultar el proceso aún más. La línea que separa a una empresa lícita de marketing digital de otra que se encarga de distribuir malware es, os aseguramos, finísima.

El principal problema para el usuario radica en que no es consciente del fraude hasta que llega la factura correspondiente al mes siguiente por parte de su operadora. Para entonces, los amigos de lo ajeno pueden haber hecho un agujero en nuestra cuenta corriente bastante desolador. Se trata de una estafa muy usual porque resulta medianamente fácil realizarla, y porque no se requiere documentación de ningún tipo por parte del usuario estafado. Es suficiente con descargarse la app.

Para que los estafados no se percaten de esta recepción de SMS en los que se les alerta del cargo, la aplicación del fraude pide al descargarse (de forma muy sutil, como siempre) permisos para acceder a varios recovecos del dispositivo. Así, el administrador de esa aplicación puede entrar en el dispositivo, silenciarlo de cara a que no se den cuenta cuando les llega este SMS o borrarlo inmediatamente después tras ser recibido.

El perfil de los defraudadores

Por regla general y según la alerta habitual de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado, este tipo de estafadores vía app suelen tener un perfil bastante definido. Es gente que ronda o rebasa la treintena, que habitualmente se pavonea en redes sociales de grandes ingresos provenientes de este tipo de estafas, sin excesiva formación académica, pero con conocimientos profundos en programación y en Android, y que no forman parte de ningún gran emporio de la delincuencia. Usan argucias como utilizar Javascript en vez de Java en sus aplicaciones.

En los últimos meses en España se hablaba de tres focos operativos, sin conexiones entre sí pero muy activos. Los datos son apabullantes. En una trama desmantelada hace pocos meses, se estima el número de usuarios afectados en cerca de un millón, y un total estafado estimado en unos 30 millones de euros.

La llamada perdida

Se trata de una estafa que está cogiendo mucha fuerza, y que en las últimas fechas la Guardia Civil se ha encargado de mostrar en redes sociales, para alertar acerca del modus operandi. Básicamente, sucede al recibir una llamada de un solo tono. El usuario ve una llamada perdida de un número desconocido, de tarificación especial. El dinero que se invierte en la llamada se reparte entre la operadora nacional, una internacional y el propio timador. Todo ventajas. Por regla general, se aconseja nunca devolver una llamada internacional sin asegurarnos de su procedencia. Los países desde los que proceden este tipo de llamadas suelen ser Ghana (+233), Nigeria (+234), Costa de Marfil (+255) o Albania (+355).

Soluciones a los diferentes modos de fraude telefónico

Como habéis podido apreciar, no son pocos los buitres carroñeros dispuestos a desplumarnos aprovechándose de nuestra buena fe, con diversas estratagemas a cada cual más sofisticada. Las cuatro entidades bancarias más potentes que operan en EEUU ya disponen de una herramienta que sirve para identificar estafadores debido a los cortes en la voz que se realizan en la llamada, debido a que este tiempo entre cortes varía en función del país y la conexión que se tenga. Así, aunque aseguren estar llamando desde Wisconsin, la entidad puede descubrir que es una llamada desde un país africano y ponerse a investigar el posible fraude.

Para la sociedad alejada de las grandes corporaciones, el alegre ciudadano de a pie, es algo más complicado descubrir estos fraudes. Pero hay una serie de cuestiones que apelan directamente al sentido común para intentar evitar los timos. Conviene colgar el teléfono ante cualquier llamada que tenga pinta de ser automática. Igualmente, nunca responder a una llamada perdida que tenga un prefijo raro como los que hemos citado anteriormente.

Y además hay que estar muy atento, ya que estas mafias se aprovechan de los descuidos de los más mayores, especialmente los dependientes, donde resulta más fácil encontrar un resquicio en cualquier descuido, estar menos informados sobre este tipo de ataques o ser directamente más crédulos o agradables con gente desconocida que les solicita datos privados como el DNI. Los estafadores suelen hacerse pasar por empleados de banca, funcionarios del gobierno o trabajadores de empresas de servicios públicos de suministros, con lo que es relativamente sencillo cerciorarse de si hemos contratado o no sus servicios. En caso negativo, no atender sus demandas.

Revisar con lupa la factura, informarte poniéndote en contacto con el operador ante cualquier servicio que aparezca incluido y no lo hayas contratado directamente, mucho cuidado con las aplicaciones que descargas, especialmente en Android, y revisar de forma periódica todos los mensajes vía SMS que tengamos en nuestra bandeja de entrada. Denuncia si llega el caso, tanto a organizaciones de ayuda al consumidor como a la Policía Nacional en cualquier comisaría o vía online rellenando este formulario.

Cuidado igualmente con los concursos y sorteos que te han tocado sin haber participado en ellos, también con las supuestas llamadas ofreciéndote trabajo y pidiéndote que llames a otro número para confirmar tus datos.

Evita en definitiva, todo lo que pueda oler a chamusquina. Solo así podremos salvaguardar nuestros ahorros y ayudar a desmantelar esta nueva plaga de timadores del siglo XXI, que hace tiempo dejaron aparcado el timo de la estampita y se centraron en artimañas con las que es fácil engañar a cualquiera.

Y ahora te mostramos una herramienta que es lo diametralmente opuesto a un timo. Casi una bendición. ¿Has probado nuestro servicio de alertas personalizadas?

Foto autor

Autor: Christian Val

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