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Diez años del primer iPhone

El dispositivo que lo cambió todo cumple diez años en plena forma y echamos la vista atrás para recordarlo.

Allá por 2007 hacía frío en la estepa de la telefonía móvil. Un mundo incipiente, un caramelo de lo más jugoso y muchos comensales hipersalivando en busca de la más sabrosa porción del pastel. Un pastel que por aquel entonces se repartían Microsoft y Blackberry. Entonces, Steve Jobs se sube al escenario de un repleto pabellón. Indumentaria habitual, sus gafas caladas, camiseta lisa negra de cuello alto sin ser tortuga y una longitud de mangas a medio camino entre la manga larga y la corta. Ah, y sus eternos tejanos a juego con un rictus serio, imponente, acorde con la importancia del momento.

"Hoy vamos a hacer algo de historia (...) Presentamos tres productos revolucionarios: un iPod con controles táctiles, un teléfono móvil revolucionario y un dispositivo avanzado de conexión a internet. No son tres dispositivos distintos, es uno solo y lo hemos llamado iPhone". Antes de esa revelación, el entonces consejero delegado de la compañía de la manzana mordida tuvo tiempo para poner a caer de un guindo a la competencia, asegurando que se trataban de terminales ineficaces y que su nuevo juguetito supondría una auténtica revolución.

Para la intrahistoria quedan las anécdotas desplegadas para la prestigiosa publicación Wired por parte de alguno de sus desarrolladores, como Volgstein o Grignon. Y es que ambos ingenieros han contado que en aquella presentación había más nervios de los que se aparentan, ya que el nuevo y flamante iPhone resultaba ser un juguetito “del todo menos fiable. Repasamos la demo cientos de veces, y siempre había algo que iba mal. No era un buen presentimiento”.

A eso hay que sumarle la auténtica psicosis que provocaba en la mente de Jobs el hecho de que se pudiera filtrar absolutamente nada antes del gran momento. Hasta el punto de que todo el que tuviera un contacto directo con la presentación y con el producto había de pasar las 24 horas anteriores escoltado por seguridad. Ni una sola fisura o se perdería el tan necesario efecto sorpresa.

Otros aspectos técnicos también fueron un quebradero de cabeza, como que las imágenes que aparecían en el vídeo de presentación a espaldas de Jobs fueran proyectadas en tiempo real, así como la obsesión de que hubiera Wi-Fi y de calidad para todos los asistentes al evento.

Pese a todas esas trabas que parecían imposibles de superar, el dispositivo salió al mercado con unas características y un diseño sencillamente únicos para la fecha. Un dispositivo de 4gb de memoria y pantalla táctil de 8,89 cms que hacía que nos olvidáramos de los teclados convencionales. El futuro había llegado, y para octubre de ese mismo año ya se había vendido la friolera de 10 millones de dispositivos.  

Eso sí, la primera revolución llegó un año después y de forma mucho más silenciosa, cuando integraron dentro del teléfono algo llamado App Store, que venía integrado en el sistema iOS y que ha resultado la pieza clave para la reinvención del mundo de las telecomunicaciones.   Ahora, diez años después, se prepara la salida del iPhone X. Que pueda sorprendernos como en su día lo consiguió el iPhone primigenio es una quimera, pero lo mismo sí supone una pequeña revolución. Solo el tiempo lo dirá.

Foto autor

Autor: Christian Val - imagen © Stefan Holm/shutterstock.com

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